martes, 4 de diciembre de 2012

Al Este del Edén



Hoy vengo con uno de mis autores favoritos y uno de sus mejores libros (que no es tarea fácil). Un autor que me enamoró desde que leí otra de sus joyas literarias, Las uvas de la ira, y que me sigue fascinando como el primer día. Con él (junto con unos pocos más, afortunadamente) descubrí lo que es la Belleza en la literatura.
Para bien o para mal, o para ninguna de las dos cosas, este libro es más conocido por la película que inspiró (protagonizada por James Dean y dirigida por Elia Kazan) casi que por él mismo. No obstante, la obra merece por sí sola toda la alabanza y la atención que se pueda prestar.
John Steinbeck la escribió en 1952 cuando ya era mundialmente conocido como uno de los mejores escritores norteamericanos del siglo XX (diez años después le darían el premio Nobel de Literatura) y se considera una de las mejores obras del autor, que, por su parte, lo tenía como su libro favorito, el más completo.
Steinbeck imprime a la historia la suya propia. No sólo aparece como uno de los personajes menores, sino también sus padres y hermanos, al fin y al cabo los Hamilton no dejan de ser su propia familia materna, formando, de esta manera, parte de la historia y de los acontecimientos que van sucediendo a la familia Trask.
Aunque la obra cuenta la historia de las dos familias a lo largo de tres generaciones, en realidad su eje principal es la familia Trask, mientras que la otra, los Hamilton, sirve de inicio y de eje vertebral alrededor del cual se van tramando las acciones, reacciones y demás acontecimientos, aportando detalles y matices indispensables en la trama.
Steinbeck nació y se crió en el valle de Salinas, California, y es allí donde se desarrolla toda la historia, desde la guerra de secesión hasta la primera guerra mundial, en una sucesión de hechos que parecen repetirse de generación en generación sin aparente interrupción alguna, como si la maldición de Caín y Abel, en una revisión alegórica del mito por parte del autor que a mí me encantó, hubiera caído en la familia Trask y la llevaran consigo en la herencia genética. Steinbeck, de esta forma, plantea el problema del libre albedrío y la predestinación, obligando al lector a la reflexión y al análisis no sólo de los hechos sino también de los caracteres de los personajes, hasta el final en el que el propio protagonista, Caleb Trask, se plantea esas mismas interrogantes, como si de alguna manera hubiera acompañado al lector o incluso viceversa.
El mismo autor durante la obra trata directamente el problema: “Tal vez todos tenemos en el fondo de nuestro ser un estanque donde el mal y las malas acciones germinan y crecen con fuerza. Sin embargo, ese pantano está cercado, y la nidada chapotea intentando encaramarse, pero siempre vuelve a caer. ¿No podría ocurrir que en las oscuras charcas del espíritu de algunos hombres lo malo se haga lo suficientemente fuerte para serpentear por encima de la valla y deslizarse con toda libertad? Y en este caso, ¿no sería ese hombre nuestro monstruo, y no estaríamos relacionados con él en nuestras aguas ocultas? Sería absurdo que no comprendiésemos lo mismo a los ángeles que a los demonios, ya que fuimos nosotros quienes los inventamos”.
La prosa de Steinbeck es directa y sin recovecos o retruécanos gramaticales. No por ello da simplicidad a la obra, cuya complejidad está en sus personajes, en el argumento, en los detalles, en lo que parece no contarse, sino que le aporta una belleza luminosa, resplandeciente, imperecedera, que queda plenamente patente en las descripciones que hace de los entornos de los personajes, de los pequeños detalles que en realidad dicen mucho, de los paisajes, como ocurre, por ejemplo, al principio de la obra, cuando realiza esa hermosa descripción del valle de Salinas.
Es posiblemente la novela de ficción en la que más reflexiones suyas propias incluye el autor, sobre todo a medida que avanza la historia, lo que nos revela parte del pensamiento, las preocupaciones y la personalidad de Steinbeck, haciendo más atractiva si cabe la lectura de la obra.
Como el propio Steinbeck dice (perfectamente aplicable en su caso), “a veces una especia de gloria ilumina la mente del hombre […] Es un hecho aislado que nos une al mundo. Es la fuente de toda creación, y lo que nos diferencia de los demás”.
En fin, imprescindible.


Autor: John Steinbeck
Título original: East of Eden
Editorial: Tusquets Editores 2002

ISBN: 84-8310-225-0

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