miércoles, 9 de enero de 2013

Rojo y negro




Estreno año con un autor francés del siglo XIX, Stendhal (seudónimo de Henry Beyle), escritor conocido sobre todo por una literatura marcada por una gran sensibilidad romántica y sentido crítico, así como por su ambientación histórica y capacidad de adentrarse en la psicología de sus personajes hasta convertirla en eje y núcleo de sus novelas.
Así ocurre en Rojo y negro, probablemente una de sus novelas más conocidas y alabadas. Ambientada en la Restauración, después de la expulsión de Napoleón Bonaparte en 1814, con una sociedad marcada por una aguda reacción conservadora y el restablecimiento de la Iglesia Católica como poder político en Francia, la historia gira alrededor del Julien Sorel, hijo de un carpintero de un pueblo ficticio que Stendhal llama Verrières y sitúa cerca de Besançon (al este de Francia), que concentra todos sus esfuerzos en ascender de condición social a pesar de su enorme resentimiento hacia la misma clase social a la que aspira pertenecer.
Julien Sorel no es sólo el protagonista del libro: sus acciones, sus titubeos, sus pensamientos, sus dilemas morales y sentimentales, en definitiva, su esencia como persona, su propio y auténtico ser, se convierte en la historia misma, el resto son circunstancias que hasta cierto momento de la novela le rodean y se presentan en su vida, y que él, de forma más o menos astuta, aprovecha en su propio beneficio, hasta que todas las piezas del castillo se derrumban sobre él como consecuencia de sus propios actos.
Hay momentos en la novela en los que, como lectora, sentí lo mismo que leyendo Madame Bovary: una particular manía hacia el protagonista (en el caso de la obra de Flaubert, curiosamente, también sentida por el mismo autor, con el que, por otra parte, Stendhal comparte alguna que otra característica literaria, especialmente en el caso de Madame Bovary). La ambición sin límites de Sorel, su pasión mal enfocada por Bonaparte, su sentido del heroísmo que personifica en el que fue emperador, la utilización que hace de Madame de Rênal, su ceguera ante sus propios defectos que, en la mayor parte de la novela, considera virtudes y muchos otros etcéteras le hacen un personaje irritante e incluso vacío, hueco, de ahí que vaya sorprendiendo, de forma sumamente favorable, la evolución de la historia a lo largo de la cual se va descubriendo la verdadera y gran profundidad del personaje, lo que lo hace a él y a todas sus circunstancias completamente reales para el lector.
La diferencia entre las clases sociales y los entresijos tanto de la alta burguesía como de la aristocracia, teniendo en cuenta además la ambientación histórica y la herencia de la revolución francesa de 1789, es palpable, y es lo que mueve, cada vez con más ahínco y determinación, a Julien Sorel a perseguir sus objetivos de ser uno de ellos a pesar del odio y el desprecio que le inpiran.
Las dos historias de amor que el protagonista mantiene con, primero, Madame de Rênal y, luego, Mademoiselle de La Mole son determinantes para el transcurso de sus actitudes, pensamientos y acciones. Y son las que llevan al descubrimiento del auténtico Julien Sorel y a su final, probablemente lo mejor, desde mi punto de vista, de toda la novela.
Rojo y negro es un libro apasionante que va in crescendo en calidad, en profundidad y en desarrollo no sólo del personaje principal sino de toda la historia, cuyos detalles van adquiriendo cada vez más valor e importancia a medida que se va acercando el final.


Autor: Stendhal
Título original: Le Rouge et le Noir
Editorial: Alianza Editorial 2009
ISBN: 978-84-206-6723-2

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