miércoles, 28 de noviembre de 2012

El esclavo



Isaac Baseshevis Singer ganó el premio Nobel de Literatura en 1978. Ciudadano polaco y escritor judío, empezó a escribir como periodista tras huir a EE.UU en 1935 ante la creciente amenaza nazi. Como se puede deducir del libro cuya reseña presento hoy, Isaac B. Singer fue un escritor (murió en 1991) muy interesado en la religión judía y toda la cultura que ella implica, de hecho, es una de las partes más interesantes de esta novela. Aunque no la única ni la más, sin duda.

En El esclavo, Singer nos cuenta la historia de Jacob, un superviviente de la matanza de judíos que los cosacos realizaron en Ucrania (en la que perdió a su mujer e hijos) y que venden como esclavo a una familia de una aldea polaca. Muy en contra de su voluntad y esfuerzos, se enamora implacablemente de Wanda, la hija de su dueño, que a su vez siente una pasión incontenible e inconsumible por Jacob. Tras una serie de acontecimientos del azar, Jacob es liberado, pero no puede olvidar a Wanda y regresa, poniendo en peligro su vida, para traerse con él a su amada. Lo consigue, pero deben mantener en secreto el hecho de que ella es gentil y no judía, motivo por el cual ella pasa a llamarse Sara y se hace pasar por muda. Hasta que se queda embarazada.

La historia no es sólo una historia de amor, es mucho más (y eso que la historia de amor ya de por sí sola emociona y llena la novela). Es una historia contra la intolerancia, contra el absolutismo en cualquier forma, contra la rigidez absoluta, muy descriptiva con los postulados del judaísmo (algunos de los cuales incluso son seriamente cuestionados), con el pensamiento del verdadero judío y sus esfuerzos por cumplir unas leyes en las que cree firmemente pero contra algunas de las cuales todo su ser se rebela.

No hay que olvidar el contexto histórico, no sólo el de la novela sino también el del novelista. Singer escribe la obra (en 1962) años después de haber huido de los nazis y sabiendo todo lo que pasó en Europa durante esos horribles años. Pero no sólo eso, la historia está situada en la Polonia del siglo XVII, un siglo que para la población judía de los países del Este, especialmente en la segunda mitad, representó una época de matanzas, una etapa de terror y crueldad que sólo se vería equiparado a lo que se vivió siglos después y que el propio Singer experimentó, así como, y muy especialmente, todos los judíos europeos que se quedaron. No en valde hay un par de huidas en el libro que recuerdan muy mucho a lo poco que sabemos de todas esas otras huidas intentando escapar de los nazis a través de bosques y temiendo ser perseguidos y asesinados en el intento.

Una de las cosas que más dignifica al personaje es, sin duda, la lucha que ejerce (prácticamente desde el principio, pero sobre todo en la segunda mitad de la novela) contra la intolerancia a favor del amor y que sólo al final verdaderamente triunfa, amor como verdadero precursor de la vida humana y de la fe de las personas (sea esta fe del tipo que sea).

La culpa es otra de las contantes de la historia (lo que no es de extrañar, por otra parte, si está la religión involucrada). Desde el principio aparece y sólo muy al final se diluye y se es consciente de que no hay nada de lo que sentirse culpable, menos aún si las cosas se hacen desde el corazón y con todo el amor del que uno es capaz.

Una vez más, dejo las últimas palabras a alguien mejor que yo, en este caso a Rhoda H. Abecassis (prologuista en esta edición): " En esta extraordinaria novela los amantes descubren la libertad precisamente en los momentos en que logran vencer los obstáculos que les impiden ser fieles a sí mismos y vivir plenamente su amor con la persona elegida". Y ahí está la clave de la novela: la libertad y el ser fiel a uno mismo.

Es una novelita (280 páginas, aproximadamente) que al principio parece que va a aburrir un poco y que, en cambio, va sorprendiendo cada vez más a medida que se avanza en ella, tanto por su preciosidad prosística como por la profundidad de la historia y de sus personajes.

Más que digna de tener en la librería personal de un buen lector.

Autor: Isaac B. Singer
Título original: The slave
Editorial: Ediciones B, S.A. 2010
ISBN: 978-84-9872-417-2

lunes, 26 de noviembre de 2012

Tiramisú

Hoy traigo una receta sacada del baúl de los recuerdos y que dará un toque dulce a mi blog, más centrado en primeros y segundos platos que en postres, ya que yo soy mucho más de salado que de dulce.

Es un plato que requiere de muchos pasos, pero que en realidad es muy sencillo de hacer y quedas como un rey o una reina.

Los ingredientes que se necesitan para unas 6 personas son:
  • 4 claras de huevo
  • bizcochos alargados o una plancha de bizcocho
  • nata líquida de montar fría
  • 1 tableta de chocolate negro
  • 1 tarrina de queso Philadelphia
  • 4 cucharadas soperas de azúcar
  • café caliente


Se ralla el chocolate y se reserva. Por otro lado se montan las claras de huevo a punto de nieve.



En otro recipiente se monta la nata y en otro distinto se bate el azúcar con el queso Philadelphia. Yo lo hago todo con la batidora de varillas eléctricas, de otra forma te dejas el brazo haciendo este postre.





Se mezcla todo en un solo recipiente y se bate con las varillas hasta que quede bien mezclado y cremoso.



En una bandeja o recipiente alto (yo utilizo una de las bandejas de horno) se colocan los bizcochos hasta cubrir toda la base (o la plancha de bizcocho cortada en dos mitades, pues hay que hacer dos capas [la plancha de bizcocho se puede comprar en cualquier horno, aunque hay que encargarlas primero con uno o dos días de antelación, así que yo lo que hago es utilizar unos bizcochitos alargados que venden en Mercadona]). Con una brocha de cocinar se mojan los bizcochos en café caliente sin azúcar hasta que queden borrachitos de café.


Luego se pone una tanda de la mezcla cremosa que se ha preparado antes y después una capa de chocolate rallado.

Poned más chocolate del que se ve aquí, que quede completamente cubierto

Se vuelve a repetir el proceso: primero los bizcochos, se emborrachan de café, la crema batida y el chocolate rallado.



Se mete en el frigorífico y se deja 24 horas antes de consumir (o casi 24 horas, porque en mi casa no hay manera de que se respete ese tiempo, por mucho que yo proteste y haga como que me enfado).



Y ya está. Es un plato muy sencillo y rápido de hacer, aunque parezca un poco latoso eso de tanto batir. Pero en verdad se hace rápido y está buenísimo. Que lo disfrutéis!!!

jueves, 22 de noviembre de 2012

Albóndigas de la abuela

Esta es otra de las recetas heredadas de mi abuela a la que yo he incorporado alguna cosita y que tampoco esperaba poder compartir pero que me alegra inmensamente poder hacerlo, sobre todo después de la buena acogida que ha tenido el potaje de garbanzos. Para colmo es el plato favorito de mi padre, por lo que le tengo un especial cariño.

También es de las que requiere su tiempo y su paciencia, pero es que no todo en la cocina (como en la vida) en un "aquí te pillo aquí te mato", también hay que saber hacer las cosas despacito, despacito.

Los ingredientes son (para unas 6 u 8 personas):
  • 400 gr de carne de pavo y pollo picada
  • 700 gr de carne de ternera picada
  • 1 tetrabrick de caldo de pollo
  • 5 dientes de ajo picados
  • 1 huevo
  • perejil
  • sal
  • 2 cebollas grandes
  • harina
  • aceite
  • caldo de pollo
  • 1/2 vaso de vino blanco
  • Oporto
  • yema de huevo
  • laurel


En un bol grande se introducen la carne de pavo y pollo picada, la carne de ternera picada, los ajos, el huevo, el perejil y la sal. Se mezcla todo bien con las manos como si se estuviera haciendo una masa para hornear.




Una vez listo, con la masa se van haciendo bolitas (el tamaño depende de como le guste a cada uno) y se pasan por harina.




Después se fríen en aceite abundante hasta que estén ligeramente doradas (de otra forma la carne queda muy seca, ésta siempre se tiene que terminar de hacer en la cocción) y se pasan a una olla.




Cuando estén todas hechas y reservadas en la olla, en una sartén se sofríe la cebolla picadita hasta que empiece a adquirir color dorado. Se aparta del fuego y se incorpora a la olla donde están ya las albóndigas.




La olla se pone al fuego, se mezcla bien el contenido y se añaden el caldo de pollo, el vino blanco, un chorreoncito de Oporto y el laurel. Se deja cocer durante 30 minutos a fuego medio-bajo.




Transcurrido este tiempo, se aparta un poco de salsa (un cazo y medio) y se deja enfriar en un recipiente aparte durante unos 10 minutos (yo lo pongo cerca de la ventana, así se enfría antes). Una vez enfriado, al poco de salsa apartada se le echa la yema de un huevo y se bate un poco. 




Después de batir, se incorpora a las albóndigas y se termina de hacer durante 5 minutos más a fuego medio. Y ya está, listo para disfrutar, ya sea con arroz o con patatas fritas.




Ya veréis cómo queda de buena la salsa gracias al truquito de la yema de huevo. Lo que recomiendo es, una vez en el plato, que troceéis con el tenedor las albóndigas y las mezcléis bien con la salsa (y con el arroz o las patatas fritas), veréis qué rico (así lo hacía yo cuando era niña).

Pollo relleno al microondas

Y ahora un plato muy fácil y rápido de hacer, que te saca de cualquier apuro y que está buenísimo. Espero que os guste.


Pare este plato, no obstante, se necesita un recipiente especial de la marca Lékué, que es una especie de estuche de vapor en el que se puede hacer una infinidad de platos (como ya veréis por otras recetas que iré incorporando). Os paso la página web por si os interesa: www.lekue.es









Los ingredientes (para unas 6 personas) son:
  • 1 kg de pechuga de pollo en filetes (no muy finos)
  • 200 gr de espinacas
  • 1 paquete de jamón en lonchas
  • 1 paquete de queso en lonchas
  • ajo en polvo
  • sal
  • aceite


Primero se rehogan las espinacas en un poco de aceite y con un poco de sal y ajo en polvo. Una vez rehogadas (unos 10-15 minutos a fuego medio), se apartan y se dejan enfriar un poco.




Por otro lado, se cogen los filetes de pollo (yo compro la pechuga y la fileteo en casa, así sale más barato) y se extienden (uno por uno) y se colocan sobre ellos media loncha de queso (si ésta es muy grande, pero si se prefiere se puede poner entera), una loncha de jamón y un poco de espinacas. Se enrollan.






A medida que se van enrollando, se colocando en el recipiente del que os he hablado más arriba.




Una vez lleno, se echa sal y se rocía un poco de aceite por encima.

Se mete en el microondas y se cocina a máxima potencia durante 8 minutos, dejando luego que repose dentro del recipiente sin abrir durante unos 5 minutos.




Como podéis comprobar es muy rápido y, la verdad, más fácil imposible. Y ya veréis qué bueno está.




Espero que os guste!!!!

Puré de verduras

Hoy vengo con un plato de toda la vida, sanísimo y muy, muy rico.

Yo tengo mi pequeña variante porque a mí me gusta cocinar casi todo lo que sea de cuchareo con su sofrito, pero se puede hacer sin él, eso ya como se prefiera.

Los ingredientes son los que yo necesito tal y como yo lo preparo (para unas 6-8 personas):
  • 1 cebolla
  • 4 dientes de ajo
  • 1 pimiento grande o 2 medianos
  • 1 tomate grande
  • 450 gr de zanahorias (unas cinco)
  • 1 manojo de puerros
  • 1 manojo de apio (opcional)
  • 2 calabacines
  • 250 gr de habichuelas
  • 500 gr de calabaza
  • 1 tetrabrick de caldo de verdira
  • 1 pastilla de caldo de pollo
  • pastilla de caldo de verdura
  • 3 quesitos
  • agua




Se hace el sofrito: primero la cebolla, el ajo y el pimiento y unos diez minutos después (a fuego medio-bajo) el tomate.




Mientras se hace el sofrito, se lavan las verduras y se trocean si fuera necesario, quitando las puntas a todas las verduras menos a la calabaza (yo prefiero el puré sin el apio, pero eso va al gusto de cada uno, como siempre digo). Se echa todo en una olla.

Cuando el sofrito esté preparado se incorpora a la olla con el resto de las verduras.




Luego se añaden el caldo de verdura, la pastilla de caldo de pollo, la pastilla de caldo de verdura y el agua hasta cubrir las verduras. Se pone a fuego fuerte.




Una vez que rompa a hervir, se deja cocer a fuego alto durante unos 75-80 minutos.




Transcurrido este tiempo, se bate, incorporando los tres quesitos en este momento, en una batidora de vaso (lo más probable es que se tenga que hacer en varias tandas, por eso es mejor tener un recipiente grande preparado para mezclar todo el puré).

Aquí el truco está en que la batidora esté un buen rato batiendo, así el puré quedará cremoso y sin trocitos.




Al final, como sobra mucho caldo (sólo hay que utilizar un poco, lo necesario para que no esté demasiado espeso; lo que queda puede utilizarse para hacer sopa y así se tiene otro plato para otra ocasión) lo mejor es colarlo y así no se desperdicia nada.




Una de las cosas buenas de este plato es que sale mucha cantidad, por lo que se puede congelar para otro día. Y está buenísimo!!!!



miércoles, 21 de noviembre de 2012

Aventuras de Pickwick



Hoy vengo con uno de mis autores favoritos, del que he leído casi toda su obra y que me tiene completa y absolutamente enamorada. Bien es cierto que una de mis grandes pasiones es la literatura victoriana y, como es bien sabido, Dickens es su máximo exponente, así que tampoco es de extrañar.
En cualquier caso, hoy traigo su primera novela (1836-1837) y nada parece adivinar que fuera su primera incursión en este género, al menos en lo que a calidad literaria se refiere. Contaba entonces con apenas 24 años, y ya su maestría, la caracterización de sus personajes, la prosa e incluso algunas de las líneas argumentales que tan famoso le harían después ya están presentes en la novela. No en vano algunos críticos la consideran una de sus mejores obras.
La historia gira en torno a las andanzas y aventuras de su protagonista, Samuel Pickwick, presidente de un absurdo club, la Sociedad Corresponsal del Club Pickwick, que, acompañado de otros tres personajes y miembros de la Sociedad (Nathaniel Winkle, Augustus Snodgrass y Tracy Tupman), a los que luego se les unirá su criado Sam Weller (todos ellos personajes de lo más extravagantes y divertidos) decide viajar por Inglaterra para observar, como filósofo y filántropo que se considera, los diferentes tipos de personas y de comportamientos habituales que existen en la sociedad británica. Durante estos viajes, las situaciones disparatadas, absurdas y cómicas hasta la más profunda carcajada se sucederán hasta el final. De esta forma, Dickens aprovecha para pintar un fresco caricaturesco y una vivaz recreación de su tiempo, con la mirada crítica y mordaz tan característica del mejor Dickens.
Muchos que lean las Aventuras de Pickwick (también conocida como Los papeles póstumos del Club Pickwick), reconocerán en el personaje principal y en su criado muchas características o guiños de don Quijote y Sancho Panza, y no andarán desencaminados. Dickens, efectivamente, había leído Don Quijote de la Mancha y había quedado prendado de la obra (de hecho, la influencia de la novela cervantina fue mucho mayor en Inglaterra que en España) y, conscientemente o no, sella una impronta quijotesca tanto en los personajes de Pickwick y Weller como en la relación entre ellos, así como en muchas de las aventuras que corren juntos.
Como en Don Quijote, en las Aventuras de Pickwick hay historias contadas por personajes que van conociendo a lo largo de sus viajes (es decir, que hay historias dentro de la historia) y los capítulos tienen títulos que adivinan lo que va a ocurrir en ellos.
Asimismo, la evolución de los personajes, tangible y apasionante, va sucediendo a medida que las diferentes aventuras (y desventuras) les van pasando, lo que da una movilidad a la acción y una credibilidad a los personajes propia de los grandes maestros.
El resto lo dejo en la voz de Benito Pérez Galdós (traductor de esta edición y contemporáneo de Dickens): “El más popular de los novelistas ingleses, el que con más belleza y exactitud ha pintado los hermosos cuadros de la vida inglesa, dando vida por el estilo y la narración a innumerables caracteres, es Carlos Dickens”. Las Aventuras de Pickwick “es una obra que respira juventud y vehemencia, no impericia ni falta de mundo. En ella aparece el gran escritor formado ya y dueño de su genio, dominador de su imaginación y de su estilo; al mismo tiempo, ¡qué riqueza de descripción, qué exuberancia de movimiento, de color!”
La obra es, como suelo resumir yo en una sola palabra cuando necesito demasiadas, un verdadero “caramelito”. Imprescindible.

Autor: Charles Dickens
Título original: The Posthumous Papers of the Pickwick Club
Editorial: Castalia Ediciones 2011
ISBN: 978-84-9740-434-1

viernes, 16 de noviembre de 2012

Wok de verduras y pollo

Este es otro plato fácil de hacer y que se puede cocinar de mil y una maneras, es cuestión de gusto y de imaginación. Yo, por lo pronto, voy a describiros una de las formas en que yo lo hago.

Empiezo, como siempre, con los ingredientes (para unas 2 personas):
  • 1 pechuga de pollo
  • 1 calabacín
  • 3 dientes de ajo
  • 1 cebolla
  • 1 pimiento grande
  • 200 gr de cintas
  • sal

Se trocea el calabacín, el ajo, la cebolla y el pimiento. En un wok (y si no se tiene en una sartén normal) se pone un poco de aceite a fuego medio así como la cebolla, el ajo y el pimiento.



Se pocha durante cinco o diez minutos y luego se añade el calabacín.



Mientras tanto, se pone a hervir agua con un poco de sal y aceite y, cuando el agua rompa a hervir, se echan las cintas (o cualquier otra pasta, pero que no sea rellena, al menos ese es mi consejo) y se deja cocer el tiempo que requiera. Cuando la pasta esté lista, se escurre y se enjuaga.

Cuando el calabacín esté tierno, se añade el pollo troceado al gusto (a mí me gusta que esté a trocitos pequeñitos, pero eso ya según cada cual).



Se deja hacer el tiempo necesario a fuego medio (unos 10 minutos) y se incorpora la pasta. Se rehoga todo junto a fuego lento durante unos cinco minutos y listo para servir.



A partir de ahí, a comer y disfrutar!!!

Hamburguesas de pollo

Este es un plato rápido, sencillo de hacer y muy socorrido, aparte de que gusta muchísimo. Yo cuando lo hago no lo pongo en pan de hamburguesa, sino que lo acompaño con pasta o patatas fritas o arroz o ensalada (en fin, que hay muchas opciones), pero también se puede poner en pan de hamburguesa y comerlo tan ricamente.

Los ingredientes son (para unas 4 personas [para más sin se comen con pan y los avíos que queráis incluir]):
  • 750 gr de pollo picado
  • 1 chorreoncito de leche
  • 1 huevo
  • 2 cucharadas soperas colmadas de mostaza Dijon
  • pimienta
  • 100 gr de queso rallado

Yo lo que hago es comprar la pechuga de pollo y picarla en casa con la picadora, pero se puede pedir que te la piquen en la carnicería, el único problema es que, una vez picada, la carne de pollo hay que utilizarla en el mismo día.





Una vez picada, se pone en un bol y se añade el resto de los ingredientes (el chorreoncito de leche, el huevo, las dos cucharadas de mostaza Dijon, la pimienta y el queso rallado). Se mezcla y amasa todo bien.



Una vez terminado de amasar, se coge cada vez un poco y se va haciendo con las manos la forma de pequeñas hamburguesas (yo las coloco sobre papel de aluminio, en un tupper si es para congelarlas o en un plato si se van a consumir ese mismo día).





Después de esto sólo hay que pasarlas por la plancha y listo.



Como ya he dicho más arriba, hay un montón de posibilidades para acompañar  y degustar este plato, así que eso lo dejo al gusto de cada uno. Ya veréis cómo os deleita!!

Potaje de garbanzos con verduras

Hoy vengo con una receta fácil pero que lleva bastante tiempo hacerla, al menos como yo la hago. Hay que entender que a mí, en definitiva, quien me enseñó a cocinar fue mi abuela materna (a la que también le encantaba cocinar y cuya pasión he heredado yo), ya sabéis, cocina tradicional y a fuego lento, con paciencia y tiempo por delante; así que quizá no estéis muy dispuestos a intentarlo, pero si lo hacéis veréis qué bueno que está y qué sano es para toda la familia (y para los que les guste el cuchareo, se relamerán, incluso aunque no tenga nada de grasa animal, a la que, como ya advertí en otra ocasión, no soy muy dada).

Empiezo con los ingredientes (para 8 personas):
  • 2 botes de garbanzos (así no hay que dejarlos en remojo ni nada de eso, aunque si preferís podéis utilizar los de toda la vida)
  • 2 cebollas
  • 5 ó 6 dientes de ajo
  • 2 pimientos
  • 400 gr de tomate
  • 1 bandeja de verduras para puchero de Mercadona
  • 1 pechuga de pollo
  • caldo de carne
  • caldo de verdura
  • agua
  • pastilla de caldo de pollo


Se echa en la sartén las cebollas, el ajo y los pimientos picaditos. Se sofríen durante un rato y se añaden los tomates cortados en cuadraditos. Se sofríe todo hasta que esté hecho.




Cuando esté todo sofrito, se vierte en una olla o cacerola y se añaden, troceadas si son muy grandes, las verduras (que en la bandeja que os he mencionado en la lista de ingredientes son calabaza, zanahorias, nabos, puerros, judías y apio), los garbanzos, la pechuga de pollo, la pastilla de caldo de pollo y los caldos (como los caldos llevan sal, yo no añado nada más, pero si a alguien le resulta soso, aquí se puede añadir sal o un par de pastillas de caldo de carne).





Se tapa la olla o cacerola y se deja cocer a fuego medio hasta que la verdura esté tierna (unas dos horas desde que rompe a hervir). Como la calabaza es lo primero que se hace, yo la saco cuando ya está tierna y la introduzco en el vaso de la batidora reservándola allí (también saco el pollo que dejo enfriar en un plato aparte) y dejo que se siga haciendo lo demás hasta que todas las demás verduras estén tiernas.

Cuando las verduras estén listas, se sacan de la olla y se introducen (junto con la calabaza) en el vaso de la batidora, donde se baten hasta que quede como una crema de verduras.




Con el pollo que habíamos reservado se pueden hacer dos cosas: trocearlo  y o bien hacer croquetas con él, por ejemplo, o incorporarlo a la olla una vez troceado (esto es lo que yo hago porque es como más gusta en mi casa. Cuando lo hago para mi madre, en cambio, no añado el pollo y éste lo utilizo para otros platos, no sólo para croquetas, sino también para hacer carne a lo pobre, por poner otro ejemplo).

Tras este paso, se reincorpora la crema de verduras a la olla con el resto del potaje, se mezcla bien y se termina de hacer a fuego medio durante 10 minutos.




Sé que prácticamente lleva toda una mañana preparar este plato, pero está buenísimo, es muy sano y se puede congelar para otro día, así que cunde mucho (en todos los sentidos).




Esta es una receta completamente mía, sacada de mi abuela, mi madre y yo misma (tres generaciones incorporando sus ideas a un solo plato!!), así que de corazón os digo que espero que la disfrutéis, nunca pensé que tuviera la oportunidad de compartirla con nadie más (ya que no he podido pasarla a una cuarta generación).

Por lo que sólo me queda decir: bon appétit!!!